Estas son unas herramientas que he ido conociendo a lo largo de estos meses. Yo no tenía ni idea de cómo se utilizaban y, a decir verdad, ni siquiera sabía que existían. Desde mi punto de vista son muy útiles y nos pueden servir para conocer mucha información y por qué no, para poder compartir con los demás la nuestra. En mi grupo tenemos un Scoop it y un Google Site y, aunque al principio nos haya costado mucho entenderlos, la verdad es que el Scoop it no tiene complicación alguna y el Google Site, a pesar de ser más complicado, poco a poco te vas familiarizando con él sin ningún problema.
Os dejo aquí unas presentaciones para que veáis lo que son y como se utilizan por si os animáis a utilizarlos.
SCOOP IT
SLIDESHARE
sábado, 8 de noviembre de 2014
Escuelas Reggio Emilia, Loris Malaguzzi
Como ya sabéis, estamos trabajando las Escuelas Reggio Emilia y, me gustará compartir con vosotros algunos Power Points, vídeos, páginas, etc. que nosotras hemos utilizado y que nos parecen importantes y que nos han gustado.
Pedagogía y política en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi | Hoyuelos | RELAdEI. Revista Latinoamericana de Educación Infantil
http://www.reggiochildren.it/?lang=en
http://www.reggiochildren.it/?lang=en
43307.PDF
Espero que le echéis un vistazo y os guste tanto como a mí. ¿No creéis que una educación así es posible en España?, ¿no es mucho más interesante?, ¿los niños no aprenderán más de esta manera?
Desde mi punto de vista hay muchas cosas que fallan en la educación tradicional, ¿por qué no un cambio?
Desde mi punto de vista hay muchas cosas que fallan en la educación tradicional, ¿por qué no un cambio?
martes, 4 de noviembre de 2014
Halloween
Como ya sabéis, el pasado 1 de diciembre fue Halloween y, a pesar de que tampoco tengamos gran tradición de celebrarlo, considero que cada vez hay más gente que se disfraza, que lo disfruta y que lo vive. ¿Así que por qué no tratar el tema en las aulas de Educación Infantil?
Se me ocurre que se podrían decorar las clases, pintarles la cara, escuchar música de Halloween y, si es posible, que se disfracen.
CLASE:
- Pintando unas botellas:
- Fantasmas giratorios
- En las puertas
También podríamos ponerles música de Halloween:
Incluso algunos clásicos, como el del gran Michael Jackson
Algunas ideas para el maquillaje:
Se me ocurre que se podrían decorar las clases, pintarles la cara, escuchar música de Halloween y, si es posible, que se disfracen.
CLASE:
- Pintando unas botellas:
- Fantasmas giratorios
- En las puertas
También podríamos ponerles música de Halloween:
Incluso algunos clásicos, como el del gran Michael Jackson
Algunas ideas para el maquillaje:
"Yo no pido dinero, solo que me dejen estudiar. Por dignidad"
Quería compartir una noticia que salió en el Correo, que como veréis no tiene nada que ver con el aula infantil, ni con los niños, pero sí con una persona. Una persona que se está viendo en una situación muy complicada y que considero que nadie debería pasar por una historia parecida. Soy de las personas que creen que la educación debería ser para todas las personas que quisieran realmente estudiar y me parece muy injusto que por su situación económica haya estudiantes que se queden sin cursar el grado que les interesa.
Por lo menos, el lado positivo que se puede sacar de todo esto es que todavía hay gente buena, que se vuelca en las personas necesitadas y que ayuda y colabora. A mí realmente se me parte el corazón cada vez que oigo historias de desahucios, personas paradas, gente que no puede estudiar, etc. y desgraciadamente no son pocas.
Por lo menos, el lado positivo que se puede sacar de todo esto es que todavía hay gente buena, que se vuelca en las personas necesitadas y que ayuda y colabora. A mí realmente se me parte el corazón cada vez que oigo historias de desahucios, personas paradas, gente que no puede estudiar, etc. y desgraciadamente no son pocas.
"Las instituciones no pueden quedarse impávidas: por culpa de la crisis, muchos jóvenes nos hemos quedado fuera de las aulas"
Mucha gente, cuando emigra, siente que queda en tierra de nadie. Da igual lo que reflejan sus 'papeles', que se haya expedido un permiso de trabajo, que obtenga la nacionalidad del país de acogida o que conserve el pasaporte del país de nacimiento. La pertenencia, las raíces y la identidad se quedan de algún modo divididas, repartidas entre el lugar que se dejó y el de destino, enganchadas en una suerte de 'no lugar', como diría el antropólogo Marc Augé. Una especie de limbo.
Encontrarse a la deriva, entre dos aguas, es una sensación bastante habitual en los procesos migratorios, pero no la única. A Colette Hugo, por ejemplo, le pasa justamente lo contrario: la indefinición está en los papeles, en los sellos, en las firmas, pero no en sus sentimientos. Esos sí que los tiene claros: Colette se siente de aquí, pese a haber nacido en otra tierra. «Nací en Chile y vine a Euskadi cuando tenía apenas diez años, con mi madre y mi hermana -relata-. Llegué en marzo de 2003, y nunca regresé. Para mí no hay duda: yo soy de Bilbao. Es aquí donde me he construido como ciudadana, como persona. Si me fuera a Chile, sería solo una turista».
No contemplaba la posibilidad de volver hasta hace poco, cuando fue a renovar su permiso de residencia y se dio de bruces con una situación inesperada. «Me lo denegaron. Como ya tengo 21 años, me dijeron que debía acreditar medios propios de subsistencia. Con el sueldo de mi ama no bastaba, porque no llega a la cuantía mínima establecida para una familia con dos hijos. Yo, en ese momento, trabajaba los fines de semana en una pizzería, como camarera. Cotizaba a la Seguridad Social, pero no ganaba mucho. No era suficiente a ojos del sistema», resume, aunque esto fue sólo el principio, la punta del iceberg.
«Al no tener un documento de residencia, no pude pedir una beca universitaria. Y, hasta entonces, yo había podido estudiar gracias a eso y a una reducción en la matrícula, concedida por excelencia académica». Colette, que está en el último año de la carrera, tiene más de 8,5 de nota media. «Mi familia es la típica de hoy en día; una familia golpeada por la crisis, que vive con lo justo. Si se estropea la nevera o la lavadora, se descompensa el presupuesto del mes entero. Si no fuera por la beca, no podría estudiar", detalla, y se le quiebra la voz.
Las soluciones no son sencillas. «Para renovar mi permiso de trabajo me exigen presentar una oferta de contrato laboral de un año como mínimo, hacer un trámite y que el hipotético empleador espere tres meses a que llegue la autorización para contratarme. Si te parece difícil, súmale que estamos en crisis. No te echan, pero te invitan a irte. Y, ojo, que yo me busco la vida. Hago voluntariado, limpio casas. Hago lo mismo que muchos jóvenes que ayudan en sus casas. Pero eso, como no se refleja en ningún lado, te limita, te coarta como ciudadano».
Las barreras le duelen especialmente porque es una persona con un gran compromiso social. «Me muevo mucho en ese ámbito, estoy concienciada de lo que pasa a mi alrededor, soy una ciudadana muy activa... Y, de pronto, veo recortados mis derechos, como le ocurre a tantos otros jóvenes, que por culpa de esta crisis ya no pueden estudiar. Esto va más allá de ser inmigrante o no serlo, si bien me consta que hay otras personas como yo, que nos hemos criado aquí y que nos sentimos de aquí, pero que vemos de repente cómo nos invitan a irnos».
La situación de Colette no ha pasado desapercibida en la universidad, donde muchos estudiantes se sintieron tocados por su causa. «La gente sintió que era una injusticia social. Hubo una gran empatía, hicieron collares y pulseras para vender, sortearon una cesta, tocaron música... Incluso el sindicato de estudiantes buscó la manera de ayudarme. Entre todos reunieron el dinero de mi matrícula para que pueda acabar la carrera», dice, claramente conmovida.
«Si estoy estudiando hoy es por la buena voluntad de las personas. He encontrado una calidad humana indescriptible, mucha empatía y apoyo real. Mi título pertenecerá a un montón de gente anónima que se ha preocupado por inventar soluciones. Gente noble y buena que, pese a todo, me hace decir 'amo a la humanidad'».
«Además... somos todos jóvenes y tenemos derecho a estudiar. Por eso es importante contar esto, para que no le ocurra a nadie más. Yo no pido dinero, sino un poco de dignidad. Pido que las instituciones públicas revisen los casos de las personas más vulnerables, sean de donde sean. No hay personas ilegales. En un mundo global, lo ilegal es que las personas no tengan dignidad. Las instituciones no se pueden quedar impávidas».
No contemplaba la posibilidad de volver hasta hace poco, cuando fue a renovar su permiso de residencia y se dio de bruces con una situación inesperada. «Me lo denegaron. Como ya tengo 21 años, me dijeron que debía acreditar medios propios de subsistencia. Con el sueldo de mi ama no bastaba, porque no llega a la cuantía mínima establecida para una familia con dos hijos. Yo, en ese momento, trabajaba los fines de semana en una pizzería, como camarera. Cotizaba a la Seguridad Social, pero no ganaba mucho. No era suficiente a ojos del sistema», resume, aunque esto fue sólo el principio, la punta del iceberg.
«Al no tener un documento de residencia, no pude pedir una beca universitaria. Y, hasta entonces, yo había podido estudiar gracias a eso y a una reducción en la matrícula, concedida por excelencia académica». Colette, que está en el último año de la carrera, tiene más de 8,5 de nota media. «Mi familia es la típica de hoy en día; una familia golpeada por la crisis, que vive con lo justo. Si se estropea la nevera o la lavadora, se descompensa el presupuesto del mes entero. Si no fuera por la beca, no podría estudiar", detalla, y se le quiebra la voz.
Las soluciones no son sencillas. «Para renovar mi permiso de trabajo me exigen presentar una oferta de contrato laboral de un año como mínimo, hacer un trámite y que el hipotético empleador espere tres meses a que llegue la autorización para contratarme. Si te parece difícil, súmale que estamos en crisis. No te echan, pero te invitan a irte. Y, ojo, que yo me busco la vida. Hago voluntariado, limpio casas. Hago lo mismo que muchos jóvenes que ayudan en sus casas. Pero eso, como no se refleja en ningún lado, te limita, te coarta como ciudadano».
Las barreras le duelen especialmente porque es una persona con un gran compromiso social. «Me muevo mucho en ese ámbito, estoy concienciada de lo que pasa a mi alrededor, soy una ciudadana muy activa... Y, de pronto, veo recortados mis derechos, como le ocurre a tantos otros jóvenes, que por culpa de esta crisis ya no pueden estudiar. Esto va más allá de ser inmigrante o no serlo, si bien me consta que hay otras personas como yo, que nos hemos criado aquí y que nos sentimos de aquí, pero que vemos de repente cómo nos invitan a irnos».
La situación de Colette no ha pasado desapercibida en la universidad, donde muchos estudiantes se sintieron tocados por su causa. «La gente sintió que era una injusticia social. Hubo una gran empatía, hicieron collares y pulseras para vender, sortearon una cesta, tocaron música... Incluso el sindicato de estudiantes buscó la manera de ayudarme. Entre todos reunieron el dinero de mi matrícula para que pueda acabar la carrera», dice, claramente conmovida.
«Si estoy estudiando hoy es por la buena voluntad de las personas. He encontrado una calidad humana indescriptible, mucha empatía y apoyo real. Mi título pertenecerá a un montón de gente anónima que se ha preocupado por inventar soluciones. Gente noble y buena que, pese a todo, me hace decir 'amo a la humanidad'».
«Además... somos todos jóvenes y tenemos derecho a estudiar. Por eso es importante contar esto, para que no le ocurra a nadie más. Yo no pido dinero, sino un poco de dignidad. Pido que las instituciones públicas revisen los casos de las personas más vulnerables, sean de donde sean. No hay personas ilegales. En un mundo global, lo ilegal es que las personas no tengan dignidad. Las instituciones no se pueden quedar impávidas».
lunes, 3 de noviembre de 2014
Nos vamos de excursión
Hoy hemos empezado la mañana viendo los blogs de algunos compañeros de clase con la intención de compartir lo que habían hecho, ideas, dudas... Una chica de las que ha enseñado su blog nos ha mostrado como no sabía introducir un Power Point por lo que hizo capturas de pantalla y fue subiéndolo como imágenes. A pesar de que su desconocimiento, me parece muy ingenioso e inteligente por su parte buscar otra manera de realizar aquello que no sabemos. Nuestra profesora nos ha mostrado dos nuevas herramientas las cuales son slide share y ISSUU y, ha aprovechado para mandarnos un nuevo trabajo, insertar un Power Point en nuestro blog.
Luego hemos visto dos vídeos, uno de ellos sobre la web 2.0 y otro sobre la metodología del colegio Ramón Bajo, localizado en Vitoria, el cual me ha llamado mucho la atención y en mi grupo estamos pensando en hacerles una visita para que nos cuenten esa metodología.
Luego tuvimos una sorpresa. Unas compañeras de clase nos han propuestos hacer una actividad, así que hemos cogido nuestras chaquetas y nos hemos ido a la calle. Nos han explicado que teníamos que hacer fotos como si fuéramos niños, así que cuando veíamos algo que nos apetecía fotografiar, teníamos que hacerle una foto. El temporal no nos ha acompañado mucho, así que hemos tenido que refugiarnos un rato en la facultad de Bellas Artes y qué afortunados la verdad. Me encanta esa facultada, puesto que es de los propios estudiantes. Las paredes están pintadas con graffitis, frases de protestas, etc.
Finalmente, hasta el final del día, hemos continuado con el trabajo de las escuelas Reggio Emilia y hemos decidido llamar al colegio Ramón Bajo para concertar una entrevista con ellos. Además, hemos buscado más información y hemos ido dando forma al Google Site y al Scoop-it, los cuales añadiré al blog cuando estén acabados.
Finalmente, hasta el final del día, hemos continuado con el trabajo de las escuelas Reggio Emilia y hemos decidido llamar al colegio Ramón Bajo para concertar una entrevista con ellos. Además, hemos buscado más información y hemos ido dando forma al Google Site y al Scoop-it, los cuales añadiré al blog cuando estén acabados.
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